En lo culto
Juan Carlos Martínez Nava
Querida Frida:
Te escribo desde lo que era la ciudad más transparente, como recordaras ya te había comentado que se había llevado a cabo la inauguración de tu exposición bien pomposamente titulado Frida Kahlo 1907-2007, todo esto con motivo de tu primer centenario de tu natalicio (o sea tu cumple), el evento que se llevó a cabo en el Palacio de Bellas Artes, en donde algunos medios importantes (como es éste) comentaron que fue meramente un acto político, pero bueno, no quiero distraerte mucho de tus actividades celestiales con este tema terrenal, tan absurdo y desagradable, porque sí tu hubieses asistido como se debe, te hubiera dado el soponcio de todo lo que pasó, lo más seguro es que nos hubieras reclamado a los que todavía tenemos cuentas pendientes en este tiempo y espacio terrenal y de seguro nos hubieras por un lado mandado a la Malinche o nos aplicas la tu frase tan celebre, para los que todavía tenemos cuentas pendientes en esta gran urbe, “me voy para no regresar nunca, y sí regreso me vuelvo a ir”, ¿o no?
Juan Carlos Martínez Nava
Querida Frida:
Te escribo desde lo que era la ciudad más transparente, como recordaras ya te había comentado que se había llevado a cabo la inauguración de tu exposición bien pomposamente titulado Frida Kahlo 1907-2007, todo esto con motivo de tu primer centenario de tu natalicio (o sea tu cumple), el evento que se llevó a cabo en el Palacio de Bellas Artes, en donde algunos medios importantes (como es éste) comentaron que fue meramente un acto político, pero bueno, no quiero distraerte mucho de tus actividades celestiales con este tema terrenal, tan absurdo y desagradable, porque sí tu hubieses asistido como se debe, te hubiera dado el soponcio de todo lo que pasó, lo más seguro es que nos hubieras reclamado a los que todavía tenemos cuentas pendientes en este tiempo y espacio terrenal y de seguro nos hubieras por un lado mandado a la Malinche o nos aplicas la tu frase tan celebre, para los que todavía tenemos cuentas pendientes en esta gran urbe, “me voy para no regresar nunca, y sí regreso me vuelvo a ir”, ¿o no?
Se que estuviste de cuerpo ausente y espíritu presente, de nueva cuenta me hiciste recordar mi infancia con una de tus obras por ejemplo: “Autorretrato con mono”, que fue primera reinterpretación que realicé, te acuerdas, el cuadro con estilo naïf y que causó tanto revuelo en mi casa porque a primera vista pensaban que era “La llorona” y un buen día desapareció del restaurante de la familia, pero sabes, la verdad creo que se la vendieron a un cliente que le gustó demasiado, esas fueron las últimas declaración que supe por uno de mis hermanitos.
Por otro lado, te adelanto los pormenores de la exhibición en el coloso de mármol, en donde me he tardado poco más de cinco horas en el recorrido y que desde el 13 de junio que se abrió la exhibición a la fecha han asistido más de 40 mil personas, o sea casi a 15 días y se espera romper récord de más 300 mil asistentes, en los dos meses y días que estarán tus obras. Te voy a contar un poco del recorrido que comienza en la planta baja, al lado de la librería, junto a la salón Adamo Boari, e inicia con el boceto de la “La caída”, 1929, a cuatro años de tu accidente, a los 16 años, si no mal recuerdo en 1925, cuando eras toda un adolescente, yo todavía no estaba ni en planes de “cuajar”, quien iba a pensar que ese autobús que iba echo la chingada no le funcionaran bien los frenos y terminara estampándose como calcomanía en el tren, bueno eso diría algún contemporáneo “cupacabras”, la realidad fue otra, el camión fue arrollado por el tren, ahora si que salió como broma, -te llevó el tren-, partiéndote el cuerpo y la vida en dos, aunque en esta parte aclaro que no tiene nada que ver con la sexual sino con la física, psique y espiritual, aunque aprovecho para comentarte que todavía se investiga sí fuiste gavilán o paloma, que fuiste catadora de hierba buena: canabis, peyote, morfina y todo lo que se le parezca, asimismo como de vinos, ferviente amante del lenguaje coloquial y de la música vernácula y los corridos, novia de Zapata, y esposa del sapo-rana (Dieguito), de quien dicen recientemente retocaba tus obras, pero sabe, no me importa, porque fuiste una de las inspiración en mi vida, en el arte se refiere.
Después de ver tus acuarelas: “Caballo mexicano” y “Frida en Coyoacán”, y los grabados de la ilustraciones del libro Caracol a distancia. Pasamos a las salas del primer piso donde están muchas de tus fantásticas obras en original y a todo color, una de ellas me llamó un poco más la atención “El suicidio de Dorothy Hale”, 1939, curado detrás de un capelo de acrílico, la pieza con motivo mega trágico y muy sangriento que hasta derrama sangre por el marco, pieza que le regalaste a la mamá de la difunta, quizás lo cubrieron para prevenir la recolección de muestra del recuerdo. Para finalizar en el segundo nivel exponen fotografías y las cartas que le dirigiste a Alberto Misrachi, tu entrañable amigo, la de tu primer amor de la juventud Alejandro Gómez Arias, y las del doctor estadounidense Leo Eloesser, a quien conociste en el Hospital de San Francisco, California, recuerdo que le dices cuando estabas en Estados Unidos que hay personalidades frívolos que se creen “very beautiful” y “wonderful”.
Por otro lado, te adelanto los pormenores de la exhibición en el coloso de mármol, en donde me he tardado poco más de cinco horas en el recorrido y que desde el 13 de junio que se abrió la exhibición a la fecha han asistido más de 40 mil personas, o sea casi a 15 días y se espera romper récord de más 300 mil asistentes, en los dos meses y días que estarán tus obras. Te voy a contar un poco del recorrido que comienza en la planta baja, al lado de la librería, junto a la salón Adamo Boari, e inicia con el boceto de la “La caída”, 1929, a cuatro años de tu accidente, a los 16 años, si no mal recuerdo en 1925, cuando eras toda un adolescente, yo todavía no estaba ni en planes de “cuajar”, quien iba a pensar que ese autobús que iba echo la chingada no le funcionaran bien los frenos y terminara estampándose como calcomanía en el tren, bueno eso diría algún contemporáneo “cupacabras”, la realidad fue otra, el camión fue arrollado por el tren, ahora si que salió como broma, -te llevó el tren-, partiéndote el cuerpo y la vida en dos, aunque en esta parte aclaro que no tiene nada que ver con la sexual sino con la física, psique y espiritual, aunque aprovecho para comentarte que todavía se investiga sí fuiste gavilán o paloma, que fuiste catadora de hierba buena: canabis, peyote, morfina y todo lo que se le parezca, asimismo como de vinos, ferviente amante del lenguaje coloquial y de la música vernácula y los corridos, novia de Zapata, y esposa del sapo-rana (Dieguito), de quien dicen recientemente retocaba tus obras, pero sabe, no me importa, porque fuiste una de las inspiración en mi vida, en el arte se refiere.
Después de ver tus acuarelas: “Caballo mexicano” y “Frida en Coyoacán”, y los grabados de la ilustraciones del libro Caracol a distancia. Pasamos a las salas del primer piso donde están muchas de tus fantásticas obras en original y a todo color, una de ellas me llamó un poco más la atención “El suicidio de Dorothy Hale”, 1939, curado detrás de un capelo de acrílico, la pieza con motivo mega trágico y muy sangriento que hasta derrama sangre por el marco, pieza que le regalaste a la mamá de la difunta, quizás lo cubrieron para prevenir la recolección de muestra del recuerdo. Para finalizar en el segundo nivel exponen fotografías y las cartas que le dirigiste a Alberto Misrachi, tu entrañable amigo, la de tu primer amor de la juventud Alejandro Gómez Arias, y las del doctor estadounidense Leo Eloesser, a quien conociste en el Hospital de San Francisco, California, recuerdo que le dices cuando estabas en Estados Unidos que hay personalidades frívolos que se creen “very beautiful” y “wonderful”.
P.D., Salúdame al Panzón, David (Alfaro Siqueiro), Pita Amor, Roberto (Montenegro), José Clemente (Orozco) Carlos Pellicer, Raúl Anguiano y Juan Soriano, y todos los verdaderos comunistas de lo que ya no hay, nos vemos pronto para nunca regresar, ¡para nunca! (Artículo Publicado Diario Imagen 26 junio 2007)
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