miércoles, 5 de septiembre de 2007

EL DIBUJO DEL CAUDILLO

CUANDO SE TRATA DE LA PATRIA: MORIR ES NADA

Este es el José María Morelos que nos dibuja una mujer, Jerónima Aguilar quien lo amó apasionadamente. La vida y suerte del caudillo José María Morelos es narrada por una de sus mujeres, quien, obligada por la Iglesia a arrepentirse, utiliza esta penitencia como una forma para que su hija conozca la verdadera historia de su padre.

Pedro Ángel Palou ha encontrado el registro literario más acertado para acercarnos a una época turbulenta cuando apenas se dibujaba el rostro de México. Y en estas páginas no sólo están Morelos y sus amores sino también el retrato fiel de su ejército de negros e indios que puso en jaque a las tropas realistas de Calleja durante cinco años. En Morelos: Morir es nada Palou se vale de la historia ―ya lo hizo magistralmente en Zapata―- para envolvernos en un relato despiadado y conmovedor, acaso un fidedigno espejo de las luchas que este país sigue experimentando en carne viva.

“La novela es el arte de exponer en toda su dimensión la perplejidad, la ambigüedad, el abismo. Este es el José María Morelos que nos dibuja una mujer, Jerónima Aguilar, quien lo amó apasionadamente. Esa memoria escrita más para la hija de ambos que para Vuestra Merced de estas páginas ―primero anónimo y luego identificable con su apellido― es un fresco que se quiere lleno de ilusión de vida y busca una experiencia auténtica en quien se acerque a sus páginas. Jerónima, narradora y lectora de sus propios recuerdos es quien intenta ordenar y revivir, nunca explicar”.

“Yo fui enviada con mi Lupita a Carácuaro, donde he de esperarlo, como siempre. Esperar como sólo aguantan las que aman con algo más que el cuerpo. Esperar como hemos esperado siempre todas las víctimas de la espera. Como esperan los esclavos y los muertos el juicio final. Se espera con los dientes clavados en la piel. Se espera hasta que el cuerpo sangre. O hasta que no haya sangre. Se espera, ¡ay, si lo sabré yo!, se espera.

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