Juan Carlos Martínez Nava
Con 50 años de trayectoria artística festejamos al maestro Leo Acosta Falcón, litógrafo mexicano y catedrático de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), Academia de San Carlos, por ser uno de los más importantes productores de litografía de nuestro país.
Su obra ha sido catalogada como el despliegue a la sombra “brillando oscura”, poesía de José Lezama Lima (1910-1976). Va madurando al margen del mercado y las galerías, con obstinada resistencia al poder y sin buscar la forma y el esplendor comercial. Obra que no entra al juego letal que Octavio Paz, describe “...el circulo de producción y consumo de la sociedad industrial...”, donde “...la verdadera significación del cuadro o la escultura es el precio.” y donde... “lo que cuenta no es lo que dice el poema o la novela sino lo que dice sobre ellos”. Un arte al servicio del consumo rápido, de deshecho, como la moda, un accesorio estéril de la realidad artificial configurada por los medios, un arte que… “se disuelve finalmente en el anonimato de la publicidad.
Para la crítica de arte Raquel Tibol, considera a Leo Acosta, como el sensible impresor que pasó a ser un el grabador contemporáneo de su propio lenguaje de formas orgánicas sin referencias reconocidas, las modalidades plásticas del artista creador, pueden calificarse de inconfundibles. Mientras que E. R. Blackaller, crítico, dice: “…Su lenguaje no es forzado, pero simples y muy directo, su lenguaje se aleja de las frases rebuscadas y va al grano. Habla del amor a la obra impresa y esa disposición del artista- artesano, tan poco frecuente en nuestros días…”
En entrevista en un restaurante japonés de la Hipódromo Condesa, el maestro Acosta Falcón ataviado de chamarra de cuadros azules y grises, pantalón gris, gorra gris tipo trucker comentó que hasta el momento goza de muy buena salud.
─ ¿Cómo le ha ido maestro Leo Acosta después de estos 50 años de trayectoria?
─ Creo que bien, se esta preparando un libro sobre mi obra con datos biográficos. Es sorprendente el trabajo que están haciendo los críticos, ya que han surgido aspectos de mi vida en mi obra, sin darme cuenta. Lo asimilo a la referencia más cercana y clara, por ejemplo: a la obra de Octavio Ocampo, obras llenas de metamorfosis, relatos abiertos a múltiples interpretaciones.
─ ¿Su obra contiene influencias prehispánicas?
─ Bueno, cualquier obra siempre va contener destellos de su natal cultura, estos se encuentran en los genes. En mi caso la raíz esta en la civilización La antigua ciudad de Tula que tuvo una gran relevancia histórica en mesoamérica y constituye un importante eslabón en la cadena de civilizaciones del Altiplano Central. Es importante recordar que fue fundada después de que Teotihuacán fuese destruida, hoy en día es conocida por su pirámide principal Tlahuizcalpantecuhtli, o templo de la estrella matutina, en cuya cúspide se yerguen los famosos Atlantes de Tula, que es de donde provengo.
─ Maestro retomando aquella entrevista que le realice en el 2005 para Excelsior, el Periódico de la Vida Nacional, con motivo de su carrera artística. ¿Cómo comenzaron sus estudios en el arte y cómo fue esa etapa?
─ Mis estudios los realicé en los años 50 en la escuela de Artes del libro, creada por Francisco Díaz León, en 1938, todo lo relacionado con los libro: encuadernación, tipografía, ilustración y como especialidad la xilografía (grabado en madera) y la litografía. Fue difícil ya que había la necesidad de realizar otras actividades para solventar los gastos de la familia y es cómo comencé en el ramo de la impresión, recomendado por Pedro Caster.
─ ¿Alguna vez pensó ser el editor de los grandes maestros?
─ Efectivamente, jamás me imagine ser el impresor de Roberto Montenegro, Santos Balmori, Juan O' Gorman, Julio Prieto, Luis Ortiz Monasterio, José Chávez Morado, Margarita Orozco, Enrique Climent, Raúl Anguiano, Luis Aragón, Francisco Corzas y Shinzaburo Takeda, por mencionar algunos, con esto automáticamente fui aprendiendo el oficio.
─ ¿Cuál ha sido su máxima producción y en que periodos?
─ La obra más importante es la litografía y algunos grabados que realice en los años 60 y 70, fueron 20 años de constante producción, sin duda uno de los mejores acervos culturales para mi país-
─ ¿Una de las mejores etapas de su vida?
─ No sólo para mí sino para muchos jóvenes artistas. En mi caso fui invitado a colaborar en La Esmeralda para abrir el Taller Independiente Libre de Grabado, junto con alumnos de La Real Academia y formar el grupo denominado Nuevos Grabadores, en los años 60.
─ ¿Fue la etapa que viajó a Francia sin recursos?
─ Si, varios de los compañeros se fueron becas por La Embajada de Francia en México a estudiar, a mi me tocó la parte más dura con los propios recursos, pero es donde comienzo a trabajar en el taller Henry Deprest, donde me especializo en la gráfica y aplico a la fecha.
Su obra ha sido catalogada como el despliegue a la sombra “brillando oscura”, poesía de José Lezama Lima (1910-1976). Va madurando al margen del mercado y las galerías, con obstinada resistencia al poder y sin buscar la forma y el esplendor comercial. Obra que no entra al juego letal que Octavio Paz, describe “...el circulo de producción y consumo de la sociedad industrial...”, donde “...la verdadera significación del cuadro o la escultura es el precio.” y donde... “lo que cuenta no es lo que dice el poema o la novela sino lo que dice sobre ellos”. Un arte al servicio del consumo rápido, de deshecho, como la moda, un accesorio estéril de la realidad artificial configurada por los medios, un arte que… “se disuelve finalmente en el anonimato de la publicidad.
Para la crítica de arte Raquel Tibol, considera a Leo Acosta, como el sensible impresor que pasó a ser un el grabador contemporáneo de su propio lenguaje de formas orgánicas sin referencias reconocidas, las modalidades plásticas del artista creador, pueden calificarse de inconfundibles. Mientras que E. R. Blackaller, crítico, dice: “…Su lenguaje no es forzado, pero simples y muy directo, su lenguaje se aleja de las frases rebuscadas y va al grano. Habla del amor a la obra impresa y esa disposición del artista- artesano, tan poco frecuente en nuestros días…”
En entrevista en un restaurante japonés de la Hipódromo Condesa, el maestro Acosta Falcón ataviado de chamarra de cuadros azules y grises, pantalón gris, gorra gris tipo trucker comentó que hasta el momento goza de muy buena salud.
─ ¿Cómo le ha ido maestro Leo Acosta después de estos 50 años de trayectoria?
─ Creo que bien, se esta preparando un libro sobre mi obra con datos biográficos. Es sorprendente el trabajo que están haciendo los críticos, ya que han surgido aspectos de mi vida en mi obra, sin darme cuenta. Lo asimilo a la referencia más cercana y clara, por ejemplo: a la obra de Octavio Ocampo, obras llenas de metamorfosis, relatos abiertos a múltiples interpretaciones.
─ ¿Su obra contiene influencias prehispánicas?
─ Bueno, cualquier obra siempre va contener destellos de su natal cultura, estos se encuentran en los genes. En mi caso la raíz esta en la civilización La antigua ciudad de Tula que tuvo una gran relevancia histórica en mesoamérica y constituye un importante eslabón en la cadena de civilizaciones del Altiplano Central. Es importante recordar que fue fundada después de que Teotihuacán fuese destruida, hoy en día es conocida por su pirámide principal Tlahuizcalpantecuhtli, o templo de la estrella matutina, en cuya cúspide se yerguen los famosos Atlantes de Tula, que es de donde provengo.
─ Maestro retomando aquella entrevista que le realice en el 2005 para Excelsior, el Periódico de la Vida Nacional, con motivo de su carrera artística. ¿Cómo comenzaron sus estudios en el arte y cómo fue esa etapa?
─ Mis estudios los realicé en los años 50 en la escuela de Artes del libro, creada por Francisco Díaz León, en 1938, todo lo relacionado con los libro: encuadernación, tipografía, ilustración y como especialidad la xilografía (grabado en madera) y la litografía. Fue difícil ya que había la necesidad de realizar otras actividades para solventar los gastos de la familia y es cómo comencé en el ramo de la impresión, recomendado por Pedro Caster.
─ ¿Alguna vez pensó ser el editor de los grandes maestros?
─ Efectivamente, jamás me imagine ser el impresor de Roberto Montenegro, Santos Balmori, Juan O' Gorman, Julio Prieto, Luis Ortiz Monasterio, José Chávez Morado, Margarita Orozco, Enrique Climent, Raúl Anguiano, Luis Aragón, Francisco Corzas y Shinzaburo Takeda, por mencionar algunos, con esto automáticamente fui aprendiendo el oficio.
─ ¿Cuál ha sido su máxima producción y en que periodos?
─ La obra más importante es la litografía y algunos grabados que realice en los años 60 y 70, fueron 20 años de constante producción, sin duda uno de los mejores acervos culturales para mi país-
─ ¿Una de las mejores etapas de su vida?
─ No sólo para mí sino para muchos jóvenes artistas. En mi caso fui invitado a colaborar en La Esmeralda para abrir el Taller Independiente Libre de Grabado, junto con alumnos de La Real Academia y formar el grupo denominado Nuevos Grabadores, en los años 60.
─ ¿Fue la etapa que viajó a Francia sin recursos?
─ Si, varios de los compañeros se fueron becas por La Embajada de Francia en México a estudiar, a mi me tocó la parte más dura con los propios recursos, pero es donde comienzo a trabajar en el taller Henry Deprest, donde me especializo en la gráfica y aplico a la fecha.
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